miércoles, 23 de octubre de 2013

la casa del guardián. tokio2

hay una primera cuestión: en el metro todo está atornillado. ni un solo remache. barras de metal y tornillos. la industria. los asideros con cinta doble atornillada, también. el mercado de las arandelas, los cables, los enganches, los conectores, los fusibles, todo en su cajita. el respeto por las cosas que se hicieron y funcionan. hoy el cielo estaba cubierto y la luz era extraña, y en el camino al templo un barrendero quitaba las hojas por encima de las piedrecitas con una escoba de ramas. la pasaba como quien traza una curva con compás. se gustaba en el giro. tenía en el lateral otras escobas, algunas con más ramas, un rastrillo y una caja de madera. los niños son igual en todo el mundo, se tapan la cara cuando su madre les hace una fotografía vestidos para la ceremonia. la segunda cuestión es el tipo del tambor en el parque, ensayando sobre los zuecos. y hay una tercera: las tiendas como un pozo luminoso. no acaban nunca. giras la calle, cambias de barrio, tomas un tren, vas a la otra punta... y siguen ahí: más rascacielos, tal vez los mismos, distintos carteles, otras luces, la misma mercancía; otra exhibición, otro diseño, otro arquitecto, distinta firma, la misma oferta que no acaba y te persigue. aquí hay cosas, ven. mientras tanto, el palacio del emperador no se ve. en la foto sólo aparece la casa del guardián.

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