miércoles, 3 de abril de 2013

la hora quinta


En un avión te puedes volver loco. Depende de las horas de vuelo, pero a partir de la quinta todo comienza a hacerse difícil. Ya se percibe la densidad del aire y ya uno empieza a hacer cuentas. Las matemáticas del avión. Si debe o no dormir. La hora que será cuando llegue. Si el de al lado la está cagando al dormir o por el contrario lleva la estrategia de sueño adecuada. En un avión, después de cinco horas, te empieza a incomodar que haya una monja, o dos. Es desconcertante que una vaya de marrón y otra de blanco. En la hora quinta puede ser que te apetezca ponerte a cantar. Ves que las manitas cruzadas de los novios de las filas de la ventanilla empiezan a soltarse. El factor pasillo central se vuelve un muro en la hora quinta. Las azafatas nos dan agua. Nos dan agua. Agua como si estuviésemos en una maniobra de supervivencia. Debería haber escrito esto a boli en el cuaderno, pero está en la mochila que está en el portaequipajes de cabina que está encima de mi cabeza. Y eso es un principio de tortura. El cuaderno encima de mi. Quedan dos horas treinta y dos minutos para llegar. Supongo que no se harán más cortas porque lo escriba con palabras en vez de con números. Aún así no me voy a dormir. A tomar por culo. On my way to the desert. Tengo ganas de verlo.

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He perdido las pastillas de biodramina en el avión. En el avión. Las he perdido en el avión me cago en todo. Podría soltar una burrada mayor pero detrás están las monjas, la monja marrón y la monja blanca. Un respeto. 
Le digo a la azafata que si alguien se las da son mías. 
-Pero qué ha perdido Ud?
-Las pastillas, las pastillas para el mareo!
-Ah! Pastillas!
-Sí, eran de color rosa.
-De color rosa?
-Sí.
-Bien, preguntaré a mis compañeras por si las han visto.

Esta tía no le va a preguntar nada a nadie. Se le ve en la cara

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Por listo. Viene la azafata y me dice que ha preguntado. Que nadie ha visto nada pero que tienen pastillas para el dolor de cabeza. Ya, le digo, las mías es que eran para el mareo. Le he dado las gracias, anyway.

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PD: La biodramina estaba en un bolsillo de mi mochila. Cuándo cojones la pondría yo ahí?

2 comentarios:

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  2. ¿Buscaste a John Locke? En todos estos vuelos siempre hay un John Locke. A veces son de mentira. Lo sabes porque les falta algo. Les falta una maleta de cuchillos, les falta calva o les falta fe. O mirada de Popeye o esos ojos radiantes, de ganas de vivir. Pero busca a John Locke porque en todos estos vuelos hay un John Locke que buscar.

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