viernes, 30 de diciembre de 2022

arena III

I. La crónica: no hemos visto una sola nube en seis meses. hemos instalado los termómetros que nos dieron pero ya hemos comprobado que la mitad dejaron de funcionar en el momento en que tomaron contacto con la arena. los dejamos actuar por si acaso era un colapso transitorio pero en la primera recogida de datos ya vimos que estaban muertos. cada día tenemos que anotar cuatro veces las temperaturas pero nunca lo hemos llegado a hacer. es imposible recorrer la distancia que hay entre los termómetros. vinimos con un error de cálculo y lo estamos pagando. 

II. me llaman del trabajo para preguntarme qué mierda es esa crónica.

III. respiro. el estómago cada vez me duele más. siento irritado todo el esófago. la tierra, la arena, entra arañando las paredes. es tremendo. pero no me detengo. seguiré comiendo tierra. 

arena II

 I. Las noches son terribles. Qué coño, la noche es lo mejor que te puede pasar aquí. Y sin embargo son terribles. Se ve todo. Se ve la acumulación de arena, cómo se redondean las crestas, cómo salen los putos bichitos a la superficie para volver a esconderse. Se ve la noche. Eso es lo diferencial. Durante el día apenas puedes abrir los ojos. 

II. Además, la arena se mastica mejor. Se traga mejor.

III. Mañana debo enviar una crónica. Alba ha decidido no hablar. Casi lo agradezco. La otra opción que tengo, el matemático, me da mucha pereza. Cada vez que se acerca intenta hacerme comprender lo importante que es él

IV. Tengo esta noche para inventarme algo. Si mañana no mando esa crónica me matan, y yo lo que quiero es morir aquí. Por mi mismo.

lunes, 26 de diciembre de 2022

arena (I)

I. Estoy en el desierto y no paro de comer tierra. Renuncio al agua. No quiero otra cosa. Solo tierra. Me llaman del trabajo: que dónde estoy. Joder, donde me habéis mandado!!! Sigo con la tierra. Mi estómago me pide que pare. Puedo masticar más. Es lo único que te concedo.

II. Cuando se levantó viento, el otro día, los ojos también se me llenaron de arena. Decidí no cerrarlos. Alba me dijo que era gilipollas y se puso a llorar. Le causé pena, claro, pero esas lágrimas conservaron húmedos sus ojos. A mi el cerebro me entró en colapso. Jueves 25 abril.

III. Reconozco la sensación del colapso por cosas sencillas. Por ejemplo, ver un árbol y no saber que es un árbol. Por eso cuando siento que mi cerebro colapsa me fijo rápidamente en algo. Cuando ya no sé qué es entonces es el momento de escribir la fecha.

IV. Tengo un listado de fechas. Cuando llegue a Madrid no me hará falta trabajar. El ordenador, la app o lo que sea, sacará por sí mismo las conclusiones. Me las dirá y yo las leeré. Y me iré a dormir, claro.


sábado, 27 de agosto de 2022

Las siete. Son las siete

I. He venido del aeropuerto escuchando a Leyva a todo trapo. Sin poder oír mi propia voz. Estaba aprovechando esa hora de la mañana, en Agosto, en la que las autopistas de Madrid están vacías. Cuatro carriles recién asfaltados. El día rompiendo. Al salir de casa había escuchado voces cantando en una casa cercana, una fiesta alargada hasta las seis de la mañana. En el coche conté a mi hija que anoche me saltó en Youtube la actuación de Beyoncé en el Hall of Fame Induction de Tina Turner. Nadie tiene la fuerza de Tina Turner en el escenario. 

II. El churrero cortaba las porras con longitud distinta. Si pides dos tal vez reconozcas una y media. Y si sólo pides una te pueden parecer dos. No sé qué tipo de revancha es ésa. 

III: Tuve que apartarme más en la barra porque me moría de ganas por sentarme en una mesa para ver cuál era el problema. Una chica le estaba cantando las cuarenta a dos tipos. Los estaba poniendo firmes. "Yo leo los labios", decía; "a mí no me engañas tú, porque me he dado cuenta [...] me váis a comer el coño los dos, vale? a mí no me engañas!" Era tan fuerte la charla que les estaba pegando que todos fingíamos no atender. Pero a mi me habría gustado sentarme con ellos a escuchar. A las siete de la mañana, la gente que ha pasado la noche despierta, no sabe que son las siete de la mañana.