sábado, 27 de agosto de 2022

Las siete. Son las siete

I. He venido del aeropuerto escuchando a Leyva a todo trapo. Sin poder oír mi propia voz. Estaba aprovechando esa hora de la mañana, en Agosto, en la que las autopistas de Madrid están vacías. Cuatro carriles recién asfaltados. El día rompiendo. Al salir de casa había escuchado voces cantando en una casa cercana, una fiesta alargada hasta las seis de la mañana. En el coche conté a mi hija que anoche me saltó en Youtube la actuación de Beyoncé en el Hall of Fame Induction de Tina Turner. Nadie tiene la fuerza de Tina Turner en el escenario. 

II. El churrero cortaba las porras con longitud distinta. Si pides dos tal vez reconozcas una y media. Y si sólo pides una te pueden parecer dos. No sé qué tipo de revancha es ésa. 

III: Tuve que apartarme más en la barra porque me moría de ganas por sentarme en una mesa para ver cuál era el problema. Una chica le estaba cantando las cuarenta a dos tipos. Los estaba poniendo firmes. "Yo leo los labios", decía; "a mí no me engañas tú, porque me he dado cuenta [...] me váis a comer el coño los dos, vale? a mí no me engañas!" Era tan fuerte la charla que les estaba pegando que todos fingíamos no atender. Pero a mi me habría gustado sentarme con ellos a escuchar. A las siete de la mañana, la gente que ha pasado la noche despierta, no sabe que son las siete de la mañana.

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