martes, 14 de septiembre de 2021

una puta mierda nada

 mi madre dijo: ya está. tenía su mano cogida. lo sintió. volvimos las miradas a él. estaba dejando de respirar. estaba muriendo. cogí su otra mano. se estaba quedando fría. dejó de mover la boca. quedó quieto. mi padre. quieto. mi madre comenzó a llorar. yo también, pero recuerdo que empecé a respirar más fuerte, a coger más aire; el que mi padre ya no podía coger. lo sé ahora. me estoy dando cuenta mientras lo escribo. ahora entiendo por qué empecé a respirar más fuerte. por momentos aguantaba las lágrimas y por momentos las dejaba salir. mi hermana pequeña estaba de camino. entró en ese momento. le dije: dale un beso, se está muriendo ahora. me aparté para dejar mi sitio. subió mi mujer. llegó mi otra hermana, mi hermano. todos en la habitación. todos allí metidos. y mi padre quieto. decidí seguir aquella idea de no despedirme de él, así que no le dije nada. le besé en la frente y recordé la frente fría de mis abuelos. llegó todo el lío de la ropa, de sacarle, del funeral, de los papeles, de las llamadas. algunas las hice yo. otras las dejé pasar. tengo grabada a fuego la imagen de su amigo entrando en el tanatorio. john wayne con los pies pesados pero la línea firme, john wayne con un polo verde y pantalón arena. sólo queda él ya. nos dimos un abrazo y me puse a llorar y me di cuenta de que era injusto que yo le estuviese cargando aún más la pena. y le dije algo pero no podía hablar y me callé. llegaron sus hermanos, llegó la gente. y él estaba quieto entre flores con un jersey azul, camisa de cuadritos y un pantalón negro de los que pican. después de la misa hablé para agradecer a la gente que hubiese venido pero en realidad lo hice para que se quedasen en el aire ciertas cosas dichas. luego me dijeron que no se me había entendido nada entre la mascarilla y el eco de la iglesia. pasó igual que aquella vez que le escribí en un cuaderno su último viaje como mecánico de vuelo. me dijo que le había gustado mucho pero que no entendía mi letra. todo ha sido tropezar con mi padre. incluso en los momentos en los que los dos decidíamos estar bien, disfrutar de alguna situación... siempre mi mirada le abría la herida y entonces yo la apartaba y así hemos estado toda la vida, intentando que el río de sangre no se acelerase. de pequeño siempre le preguntaba adónde iba y cuándo volvía. y casi siempre me parecía mucho tiempo fuera. mucho tiempo. a ver ahora. a ver qué pasa con este viaje, porque en el calendario no pone nada. nada. una puta mierda nada.

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