viernes, 25 de junio de 2021

como no puedo verle, escribo

 un día me dijo que en la vida hay que anticipar. me lo dijo en el metro de madrid. antes de que llegue a la estación ya tienes que ir hacia la puerta, para que luego no haya problemas. para él las prisas eran problemas. mi madre me dijo que en la mesa donde tiene sus cosas había dejado bien a la vista una carpeta que ponía: papeles del cementerio. era tan sencillo como eso. la anticipación. 

también decía mucho lo de ser un tío cojonudo. hay que ser un tío cojonudo. hubo un tiempo en que tener el pelo largo descartaba cualquier posibilidad de serlo, pero ahora sí podemos definir qué convertía a alguien en un tío cojonudo: la honestidad. ser honesto te hace leal, ser honesto te convierte en alguien directo. tan sencillo como eso. las injusticias, los adelantamientos por la derecha, las pillerías, le podían dejar fuera de juego durante horas y días. a veces, épocas. el órden. las cosas en su sitio, la dedicación, el estudio, el esfuerzo. todo eso ayudaba a ser un tío cojonudo. por descontado él era un tío cojonudo. 

a mi padre se le acabó el trabajo de manera inopinada. ¿cómo era posible? el tío que miraba y vigilaba y comprobaba que todos los sistemas del avión funcionaban antes y durante el vuelo. el tipo que cantaba la operativa de despegue y aterrizaje, que pasaba las horas en comprobaciones y anotaciones. a mí eso me parecía tan trascendente que no veía la manera de que pudiesen prescindir de semejante puesto. el antecedente del "radio" no contaba. las comunicaciones pasó a llevarlas el segundo piloto en el comienzo de los años 80. supongo que fue entonces porque yo tendría 10 años y eso cuadra. pero igual fue antes. da igual. que pasaran de cuatro a tres tripulantes en la cabina no era trascendente aunque eso dejaba a mi padre y sus amigos como los terceros de tres. pero aún no se veía venir que un ordenador pudiera hacer esas tareas. llegó justo a la jubilación. le dije: qué vas a hacer? no recuerdo la respuesta exacta, claro, pero más o menos sería: estar tranquilo en casa. 

tranquilo. esa es otra palabra. tranquilo. cualquier alteración de la tranquilidad eran complicaciones y por tanto posibilidad de crisis. tranquilo era una mezcla de placidez absoluta con el no hacer gran cosa y una demanda sobreentendida que se enuncia de la siguiente manera: no me toquéis los cojones. aunque nunca se lo oí decir a mi padre. pero yo sabía que su felicidad dependía en gran parte de eso. en eso sí fui buen hijo. las putadas que le hice sobrepasaban el tocar los cojones. eran putadas para dejar de hablarme. en nuestro universo nunca hablamos. eso lo sabe él y lo sé yo. él no hablaba porque no se atrevía, o no podía... y yo no hablaba porque sabía que eso se acercaba mucho a tocarle los cojones. habríamos necesitado una terapia de pareja mi padre y yo. pero esto se me está ocurriendo ahora. y habría roto su tranquilidad. ya escribí que mi padre tenía dentro un río abierto hasta 1970.


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