la cuestión, según la planteamos en las rocosas, está en
saber si vincent, con lo hijo de puta que era, era necesario en el grupo, nos
ayudaba a algo, aportaba algo. las miradas hacia el chico del tiempo se han
empezado a endurecer, mientras se ablanda el recuerdo que tenemos de vincent.
una doble vía en la que se hace cada vez más difícil posicionarse.
los cuadernos están ensangrentados. y ahí estaba, está,
nuestra historia escrita.
tenía esto a mano: una sonrisa que no
sabe dónde está tiene un halo de tristeza que la apaga, le quita la luz. bien. imaginemos
que nunca hubo luz.
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